Senda botánica del Parque del Oeste.

Salida realizada en el mes de mayo de 2011.

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Senda botánica

Los secretos y leyendas de los árboles

del Parque del Oeste


Madrid, 16/07/2004. Ana Narbón/Fotos: Javier Prieto

Situado en la cornisa oeste de la capital se encuentra situado el Parque del Oeste, el primer parque público creado como tal en la Villa de Madrid. Con un estilo paisajista inglés, que se fundamenta en la marcada y modulada topografía del terreno, este entorno se caracteriza por su trazado de caminos sinuosos con importantes desniveles y el desarrollo de extensas praderas verdes que, salpicadas de diferentes especies arbóreas y arbustivas, pretende ser un reflejo de la propia naturaleza. De hecho, en su interior el visitante puede contemplar ejemplares de gran valor natural, como el arce negundo, la higuera o el álamo blanco, entre muchos otros, que forman parte de la senda botánica. Una ruta indispensable para cualquier amante de la naturaleza.




El estudio de las especies más características de árboles y arbustos presentes en el Parque del Oeste puede realizarse en profundidad a través de la senda botánica que el Ayuntamiento ha distribuido, con carteles, a lo largo del parque. Un recorrido que puede hacer todo el público en general siempre que se disponga de ganas, tiempo y deseos de aumentar sus conocimientos sobre los ejemplares arbóreos. Aproximadamente, el tiempo necesario para realizar este itinerario es de dos horas, debido a los desniveles existentes Para iniciar el recorrido de la senda botánica es recomendable bajar andando por la acera de la derecha por el paseo de Camoens -desde el intercambiador de Moncloa- hasta llegar a la glorieta del Maestro y justo en ese punto, girar hacia la derecha para introducirnos en el Parque del Oeste. Este es el sitio más idóneo para comenzar la senda ya que la mayoría de los árboles que la conforman -un total de diecinueve- están por estos aledaños. Un recorrido que no tiene pérdida gracias a los carteles informativos que, además de indicar al visitante cuál es el camino adecuado de la ruta, informan al público sobre las principales características de cada ejemplar además de las curiosidades que rodean a cada árbol.

El pino piñonero es una de las primeras especies que se encuentran al inicio de la senda botánica. A través de la ficha, el público puede conocer de este árbol, entre otras características, que es muy importante ecológicamente su afinidad por los terrenos arenosos ya que le permite ser usado para proteger suelos fijando dunas subcosteras. Muy cerca de este árbol se encuentra el eucalipto rojo cuyas "hojas son anticatarrales, útiles contra las inflamaciones de las vías respiratorias", según indica el cartel informativo. En esta misma línea, y también próximo a los dos anteriores ejemplares, el paseante no debe dejar de contemplar el chopo lombardo por su sorprendente belleza. Este árbol simboliza flexibilidad, verdad y equilibrio representando la ascensión continua y equilibrada hacia la luz. Además, los chopos están rodeados de una historia literaria ya que, según cuenta la leyenda, crecían en torno a la cueva de la diosa Calipso, conocida por encantar a Ulises con su hermosa voz y sus largas trenzas. Pero no es el único árbol que tiene una historia detrás. De hecho, de la higuera, que también se puede encontrar en la senda botánica, se cuenta que fue debajo de un árbol de este tipo donde la loba alimentó a Rómulo y Remo.

Otros árboles, como el roble, han sido protagonistas en textos literarios como en un poema de Antonio Machado: "El roble es la guerra, el roble dice el valor y el coraje rabia innoble en su torcido ramaje...". Símbolo de fortaleza y majestad, es muy venerado por su porte y dimensiones. Proporciona ambientes agradables al tiempo que forma un bosque restaurador y protector del suelo. Pero no todas las leyendas y costumbres referentes a los árboles son buenas. Es el caso del nogal, en épocas anteriores, era considerado un árbol demoníaco debido a que la sombra del nogal crece mal -como consecuencia de la gran cantidad de tanino que desprende su capa- y por esta razón antiguamente se pensaba que era perjudicial dormir a su sombra. Los animales y sobre todo las ardillas se alimentan de sus frutos, las conocidas nueces. Siguiendo el curso paralelo al arroyo del Parque del Oeste, en dirección hacia la Junta Municipal de Moncloa, nos encontramos con el ciprés de lawson. Se trata de un árbol cómico, alargado y muy ramificado, que se diferencia del resto porque las ramas rotas entre los dedos desprenden un perfume penetrante. Este tipo de ciprés fue la primera variedad cultivada obtenida a partir de semillas que fueron enviadas desde California a Gran Bretaña en 1855. Más adelante, el recorrido de la senda botánica lleva al paseante hasta un álamo blanco, conocido también con el nombre de populus alba. De hecho, los romanos lo denominaron "populus" con el sentido de árbol populi, es decir, árbol del pueblo. Es un árbol dioico, debido a que los pies masculinos tienen amentos colgantes muy vellosos de color gris y estambres carmesí, mientras que los amentos femeninos son poco pilosos y de color verde.

Próximo a este ejemplar se encuentra un almez, cuyas flores son conocidas entre los expertos por ser hermafroditas. Además, se trata de un árbol de gran belleza y valor decorativo y muy longevo ya que "puede vivir hasta cinco o seis siglos", según señala la ficha informativa del Consistorio. El almez es muy fácil de reconocer porque su tronco y fuste se parece a la pata de un elefante. Asimismo, en este mismo espacio del Parque del Oeste los visitantes se encuentran con un árbol fuerte de gran corpulencia y bastante variable en cuanto su aspecto: el tejo. Las hojas son lineales y persistentes y su tono oscuro les confiere al árbol un aspecto sombrío. Estos ejemplares, que pueden vivir hasta 1.500 años, han sido plantados en cementerios como símbolo de vida eterna, así como alrededor de grandes y solemnes monumentos para que fuesen testigos de la historia. Siguiendo la ruta el paseante debe pasar obligatoriamente por una de las partes más bonitas del Parque del Oeste, el paseo de los plátanos de sombra, cuya principal característica es que toleran atmósferas muy contaminadas por polvo y gases. Por ello, se plantan frecuentemente en las ciudades, calles y parques.

El Oso y el Madroño

Siempre siguiendo las indicaciones de los carteles de la senda botánica, que señalan que hay que girar hacia la derecha en este punto -dejando de lado el paseo de los plátanos- nos encontramos con uno de los ejemplares más emblemáticos: el madroño, ya que es tradicional que la Villa de Madrid se simbolice con el Oso y el Madroño. Más adelante, y siempre como si fuéramos hacia el intercambiador de Moncloa, el visitante se encuentra con un arce negundo. Esta especie arbórea se ha cultivado en paseos, parques y avenidas por su resistencia y tolerancia a todo tipo de suelos, incluso los arenosos y calcáreos. Sin embargo en ocasiones se puede encontrar asilvestrado. Además, otra de sus características es que la savia de este árbol se considera muy rica en azúcares. El recorrido continua guiando al paseante hasta un tilo, cuyas flores son blanquecinas y cuelgan de un péndulo que emerge de una bráctea con forma de lengüeta. La ficha informativa, según se puede leer, subraya que "alcanza gran talla, hasta 30 ó 35 metros de altura, con un tronco recto y corteza grisácea".

En esta misma línea, la senda botánica ofrece información al visitante sobre las características más singulares del haya. De hecho, se puede leer que existe una costumbre entre los campesinos basada en que "cuando cae un rayo sobre el haya éstos recogen las esquirlas desprendidas y las guardan en casa como amuleto ya que previenen las enfermedades de las vacas". El haya es un árbol de gran porte, que puede alcanzar los 40 metros de altura. El olmo es otro de los árboles más llamativos de esta ruta botánica. Conocido también como álamo negro y negrillo posee una buena talla, alcanzando regularmente 15 ó 20 metros, con un diámetro en la base de 1 a 1,5 metros. Antiguamente era más árbol de zonas agrícolas, suburbanas y urbanas que de zonas forestales. El olmo es un ejemplar de gran valor ornamental.

Finalmente, la secuoya gigante, el cedro del himalaya, el gingo, y el abedul completan la senda botánica convirtiendo al Parque del Oeste, con su presencia, en un lugar idóneo para conocer una gran diversidad de especies arbóreas y arbustivas. Un espacio donde los secretos y leyendas de los árboles cobran vida.







De aproximadamente un kilómetro de longitud transcurre por el "vallejo" del arroyo de San Bernardino y en ella podréis observar ejemplares de: sequoia dentrón, cedro del Himalaya, pino piñonero, eucalipto rojo, chopo lomabardo, higuera, roble, nogal, ciprés de Lawson, álamo blanco, almez, tejo, madroño, gingo, abedul, negundo, olmo, haya, y tilo.

(*) Las sendas botánicas son itinerarios que transcurren uniendo ejemplares significativos de diferentes especies vegetales, y aunque la ruta a seguir no está señalada en cada uno de los puntos, si hay carteles que aportan información sobre las especies que se reseñan.

2 comentarios:

  1. Paseos estupendos que organizáis. El curso que viene pillaré alguno seguro.

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  2. Este paseo lo recordaré siempre por el "descubrimiento" del GINKGO, lindo, lindo.
    Fue una tarde para repetir.
    Un beso y hasta prontito. ¡Esa espera de Noa...!

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